El sitio parecía una obra maestra plasmada en un retrato; el cielo azul era impenetrable y ninguna nube entorpecía la vista de aquellos que buscan las estrellas...
En un camino, muy singular que se encuentra rodeado por abetos, a un lado y al otro de la calle, abrazando de manera imaginaria la cálida luz dorada que regaba la calzada. Siguiendo el camino de ese hermoso haz de luz nos encontramos, con una pequeña y humilde vivienda, pero inagotablemente acogedora, llena de amor, bella hasta en el más mínimo detalle... En la entrada se encontraba un árbol de madera blanca, fruto rojizo, hojas verdes con espinas, quizá un manzano. Las hojas vuelan de aquí a allá, adornan el panorama en una mezcla casi mágica, los colores se unen y parecen gemas, el sol y el cielo forman caprichosas imágenes...
Algunos pobladores del lugar, afirman que antiguamente vieron menhires celtas en los extremos del camino, y en medio, una figura tan sagrada como enigmática, el mismísimo Cáliz Sagrado, símbolo de la Gran Obra y de la venida del hijo del sol.
En este mágica paraje es en donde se desarrollaría el nacimiento de otra leyenda, el niño de contextura delgada, mas parecido a un gacela que a un guerrero, que fue introducido como gladiador en los entrenamientos de los guerreros, solo para probarlo, pero nadie sabe bien como fue que luego se convertiría en un poderoso guerrero… Era una noche muy calurosa, la madre ya daba señales de los primeros movimientos del niño por nacer, el padre llamo al Druida del lugar, para que viese en las runas el porvenir del niño. Nadie supo lo que el Druida dijo, solo se vio al padre con una clara expresión de alegría…
La venida dentro de la morada se escuchó el llanto del niño recién nacido, se hizo escuchar en toda la comarca... La madre, orgullosa de la belleza de su niño se lo mostró a su padre; heredó los rasgos de su bella madre. Llama la atención el color sus ojos, verdes, como las hojas del abeto, verdes como los de la madre.
El paisaje se asocia a la fiesta, al agitarse la copa de los árboles se escuchaba una hermosa melodía de gaitas, el viento susurro... ¡ Naciooo Yeiyabel “El Celta”, el Niño de los Milagros !
PUEDES OLVIDAR MUCHAS COSAS, PERO JAMAS OLVIDES EL PASADO DE TU SANGRE !
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