La soledad y la tristeza la acompañaron durante mucho tiempo, el temor al día a día, el futuro la preocupaba, ver el mañana con optimismo se tornaba mas una obligación que una esperanza, la vida la había golpeado duramente, el tiempo lo curaría todo, aun así, dentro suyo albergaba a un ser mítico, la extensión de su sueño, su razón de ser, su hijo, su mas preciado tesoro... Dentro suyo, pedía a gritos su ingreso al mundo, inquieto vivaz, con mucha fuerza y muy veloz, tal cual seria la vida futura del duende, el hijo de la aldeana, nacería en pleno bosque; sola, rodeada de bestias y animales salvajes, varios depredadores se disputaban el botín...
Glenda, nacida en un pequeño valle fértil y conocida por su simpatía entre los aldeanos de Onz, quien fuera engañada por un espíritu del bosque travieso y le sustrajera su virtud; quedo así al poco tiempo a la espera de un niño, mitad humano, mitad duende de los bosques. Abrazo firmemente al recién nacido, no tuvo miedo, lucharía hasta el fin nada le ocurriría a su hijo, se irguió muy dolorida, pero su decisión marcaría el futuro de su pequeño Pixis el duende de los bosques.
Decenas de hienas luchaban contra los depredadores, el resto de las fieras huyeron espantadas. Glenda perdió el conocimiento, cuando despertó observo a su hijo acompañado, de varias hienas las cuales cuidaban de él, fieles centinelas esperando que se restablezca la madre, lo arrastraron hasta que Glenda, pudiera cómodamente darle su primer alimento al recién nacido. Se sintió muy feliz, la vida le marcaba otro camino, en sus brazos amamantaba a su bebe, nació Pixis Piuquen, el del corazón de hiena. el duende del bosque, mitad duende, mitad hombre.
Paso el tiempo y Pixis, el pequeño duende crecía velozmente, rodeado por las criaturas del bosque y malcriado por las hienas que sonreían cuando jugaban con el, bajo la atenta mirada de su madre, mucha energía y tanta vitalidad, tendrá que canalizarla.
A sus oídos le llego, que a varios días de allí existía un lugar mágico, en donde enseñaban el arte de la guerra y de los libros, y decidió llevar a su hijo hasta el castillo, considero con mucha sabiduría, que seria lo mejor para Pixis, ya que no solo era un niño, sino también un duende, al amanecer inicio el camino a ese misterioso lugar.
Largo y peligroso fue este, ya se encontraba a poco de llegar, cuando fue asediada, por fieros Orkos, estos seres maléficos, se especializan en mujeres solitarias. Glenda, sintió mucho temor por su hijo, mucho más estando tan cerca del destino, ella no era una guerrera, simplemente una buena madre. La custodia de hienas fueron derrotadas rápidamente por los orcos, que con sus garrotes de agudas puntas eliminaban fácilmente a las sonrientes y acobardadas hienas... Rodeada por completo, a merced de los asesinos, ya el final era cuestión de minutos... Pero el destino quiso otra cosa, para el joven Pixis y la dulce Glenda; un grupo de hombres osos irrumpieron y salvaron la vida de Glenda y el pequeño Pixis. Los hombres osos vencieron rápidamente a los Orcos; que los pocos que sobrevivieron fueron con sendas heridas a sus guaridas. El líder del grupo Everardo, hombre justo y de buen humor, acompaño a nuestros amigos hasta la puerta del castillo. Los despidió deseándoles la mejor de las suertes; la joven mujer lo despidió con sendos besos en la mejilla y agradeciéndole por todo. Dos días más tarde, el guardián aceptaba el ingreso de Pixis al recinto mágico a partir de ese momento su nombre de guerra seria el de la Hiena...
Glenda, se retiro satisfecha, su hijo tendría un futuro y ella vería que seria de su vida, aspiro fuertemente el aire diáfano y emprendió lentamente el regreso a casa, diviso una figura conocida que la estaba esperando Everardo, el hombre oso, ella sonrió sonrojada con su inocencia característica, la tomo de la mano y juntos se internaron en el mágico bosque de Onz.
Glenda, nacida en un pequeño valle fértil y conocida por su simpatía entre los aldeanos de Onz, quien fuera engañada por un espíritu del bosque travieso y le sustrajera su virtud; quedo así al poco tiempo a la espera de un niño, mitad humano, mitad duende de los bosques. Abrazo firmemente al recién nacido, no tuvo miedo, lucharía hasta el fin nada le ocurriría a su hijo, se irguió muy dolorida, pero su decisión marcaría el futuro de su pequeño Pixis el duende de los bosques.
Decenas de hienas luchaban contra los depredadores, el resto de las fieras huyeron espantadas. Glenda perdió el conocimiento, cuando despertó observo a su hijo acompañado, de varias hienas las cuales cuidaban de él, fieles centinelas esperando que se restablezca la madre, lo arrastraron hasta que Glenda, pudiera cómodamente darle su primer alimento al recién nacido. Se sintió muy feliz, la vida le marcaba otro camino, en sus brazos amamantaba a su bebe, nació Pixis Piuquen, el del corazón de hiena. el duende del bosque, mitad duende, mitad hombre.
Paso el tiempo y Pixis, el pequeño duende crecía velozmente, rodeado por las criaturas del bosque y malcriado por las hienas que sonreían cuando jugaban con el, bajo la atenta mirada de su madre, mucha energía y tanta vitalidad, tendrá que canalizarla.
A sus oídos le llego, que a varios días de allí existía un lugar mágico, en donde enseñaban el arte de la guerra y de los libros, y decidió llevar a su hijo hasta el castillo, considero con mucha sabiduría, que seria lo mejor para Pixis, ya que no solo era un niño, sino también un duende, al amanecer inicio el camino a ese misterioso lugar.
Largo y peligroso fue este, ya se encontraba a poco de llegar, cuando fue asediada, por fieros Orkos, estos seres maléficos, se especializan en mujeres solitarias. Glenda, sintió mucho temor por su hijo, mucho más estando tan cerca del destino, ella no era una guerrera, simplemente una buena madre. La custodia de hienas fueron derrotadas rápidamente por los orcos, que con sus garrotes de agudas puntas eliminaban fácilmente a las sonrientes y acobardadas hienas... Rodeada por completo, a merced de los asesinos, ya el final era cuestión de minutos... Pero el destino quiso otra cosa, para el joven Pixis y la dulce Glenda; un grupo de hombres osos irrumpieron y salvaron la vida de Glenda y el pequeño Pixis. Los hombres osos vencieron rápidamente a los Orcos; que los pocos que sobrevivieron fueron con sendas heridas a sus guaridas. El líder del grupo Everardo, hombre justo y de buen humor, acompaño a nuestros amigos hasta la puerta del castillo. Los despidió deseándoles la mejor de las suertes; la joven mujer lo despidió con sendos besos en la mejilla y agradeciéndole por todo. Dos días más tarde, el guardián aceptaba el ingreso de Pixis al recinto mágico a partir de ese momento su nombre de guerra seria el de la Hiena...
Glenda, se retiro satisfecha, su hijo tendría un futuro y ella vería que seria de su vida, aspiro fuertemente el aire diáfano y emprendió lentamente el regreso a casa, diviso una figura conocida que la estaba esperando Everardo, el hombre oso, ella sonrió sonrojada con su inocencia característica, la tomo de la mano y juntos se internaron en el mágico bosque de Onz.
POR SEGUIR LA SAGA DE LOS ILUMINADOS, ES POCO LOS QUE PUEDO CONTARLES SOBRE ELLOS... SEGÚN SÉ, EN ESTOS DIAS ESTAN JUNTOS Y MUY FELICES, Y PARECE SER, QUE ESPERAN UN NUEVO MIEMBRO EN LA FAMILA...
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